Un mes ha pasado desde mi último escrito en la página, dilatarme tanto , más bien ha sido por vagueria que por falta de tiempo.
Estoy observando que esto del bicho va distanciando lentamente sin darnos apenas cuenta nuestra relación de grupo, cosa normal, al no tener ese roce diario por las tardes en la puerta de nuestra Dehesa, al estar algunos desaparecidos o de vacaciones, otros sin ganas, a excepción de los grupos que se forman y quedan para realizar alguna actividad, el wasapp no arde como antes, esta en un tono tan discreto que apenas se activa.
Pido con anhelo y toda mi fuerza que esto pase, hecho mucho de menos esos ratos antes de la salida, esas bromas, ese cambio de pareceres, esa salida cada uno con su grupo, ese intercambio de saludos cuando los grupos se cruzaban por el camino, mis charlas con mi amigo el almendro.
Paso a relataros una de las muchas que he tenido en este periodo.
6 horas 30 minutos de una mañana cualquiera, suena el despertador, y salimos dirección de Pico Ocejón con intención de subir a la cumbre, sobre las 8 horas 10 minutos comenzamos el camino, después de haber recogido al tercer integrante del grupo, todo iba como lo teniamos previsto , hasta el km 4,200 en ese momento me quedo sin fuerzas, estomago revuelto y sin poder dar un paso más, me sientan en una laja de pizarra junto al camino me hidratan y me alimentan, esperamos un tiempo, y probamos a ir subiendo, a duras penas consigo subir unos trescientos metros más con innumerables paradas, por lo que saco bandera blanca, mis compañeros ante la situación deciden bajarse conmigo a pesar de que les insistía para que ellos subieran y yo los esperaba allí, pero me recordaron una ley de la montaña que no está escrita pero se cumple a rajatabla, nunca se deja solo a un compañero.
Lo acontecido se llama PÁJARA O PAJARON.
Hay os dejo al Pico Ocejón y mis dos acompañantes de luxe
SALUDOS Y ABRAZOS PARA TODOS LOS CARACOLES.
Y SOBRE TODO SALUD Y MÁS SALUD.
HASTA SIEMPRE COMPAÑEROS.
